El papel de la enfermería en el quirófano es multifacético y una de las funciones más cruciales es la monitorización del paciente durante la cirugía. Monitorear la circulación del paciente es una parte integral de esta responsabilidad. Esto implica una evaluación continua del sistema cardiovascular del paciente para garantizar que la función cardíaca se mantenga durante toda la cirugía.

El seguimiento de la circulación del paciente es esencial para la detección temprana de cualquier cambio hemodinámico que pueda ocurrir durante la cirugía. Esto incluye cambios en la presión arterial, la frecuencia cardíaca, el gasto cardíaco y la saturación de oxígeno. La enfermera debe ser consciente de estos parámetros y estar preparada para intervenir si alguno de ellos se desvía de los límites normales.

Presión arterial

La presión arterial es un indicador vital de la perfusión tisular y la función cardíaca. La enfermera debe controlar continuamente la presión arterial del paciente durante la cirugía. Esto se puede hacer mediante un monitor de presión arterial no invasivo o un catéter arterial invasivo, según la naturaleza de la cirugía y la condición del paciente.

Frecuencia cardíaca

La frecuencia cardíaca es otro parámetro vital que debe controlarse continuamente. Los cambios en la frecuencia cardíaca pueden indicar una respuesta al estrés, el dolor, la hipoxia o los efectos de los medicamentos anestésicos. La enfermera debe estar preparada para intervenir si la frecuencia cardíaca aumenta demasiado (taquicardia) o demasiado lenta (bradicardia).

Gasto cardíaco

El gasto cardíaco es la cantidad de sangre que el corazón bombea por minuto. Es un indicador importante de la eficiencia del corazón y la perfusión tisular. La enfermera puede controlar el gasto cardíaco a través de un catéter de Swan-Ganz o un monitor de gasto cardíaco mínimamente invasivo. Los cambios en el gasto cardíaco pueden indicar disfunción cardíaca, hipovolemia o respuesta a los medicamentos anestésicos.

Saturación de oxígeno

La saturación de oxígeno es un indicador de la cantidad de oxígeno en la sangre. La enfermera debe controlar continuamente la saturación de oxígeno del paciente mediante un oxímetro de pulso. Una caída en la saturación de oxígeno puede indicar hipoxia, que es una condición peligrosa que requiere intervención inmediata.

Además de estos parámetros, la enfermera también debe controlar la temperatura, el color de la piel, la diuresis y la respuesta pupilar del paciente. La enfermera debe estar alerta ante cualquier signo de deterioro, como palidez, cianosis, sudoración, agitación o confusión. Estos signos podrían indicar shock, que es una emergencia médica que requiere intervención inmediata.

En resumen, monitorear la circulación de un paciente durante la cirugía es una función de enfermería crucial en el quirófano. La enfermera debe estar bien formada y equipada para llevar a cabo este seguimiento de forma eficaz e intervenir con prontitud cuando sea necesario. Esto es vital para la seguridad del paciente y el éxito de la cirugía.

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