8. Absolutismo y mercantilismo

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A lo largo del siglo XVI, Europa experimentó profundos cambios políticos y económicos que culminaron con la formación de Estados Nación, caracterizados por la centralización del poder en manos del monarca. Este período se conoce como Absolutismo, un sistema político que dominó Europa entre los siglos XVI y XVIII.

El absolutismo se caracteriza por la concentración del poder en manos del monarca, quien gobierna con poderes absolutos, sin la participación de instituciones representativas como parlamentos o tribunales. El rey es considerado un representante de Dios en la Tierra y, por tanto, su poder es incuestionable. La justificación de tal autoridad era la teoría del derecho divino de los reyes, según la cual el monarca era elegido por Dios y sólo ante Él debía rendir cuentas.

Algunos de los monarcas más famosos de este período fueron Luis XIV de Francia, conocido como el Rey Sol, y Carlos I de Inglaterra. Luis XIV es citado a menudo como el ejemplo más emblemático de absolutismo, ya que gobernó Francia con mano de hierro durante más de 70 años. Durante su reinado, centralizó el poder, controló a la nobleza y promovió a Francia como centro cultural de Europa.

Junto al absolutismo, surgió una política económica conocida como mercantilismo. Esta política defendía la idea de que la riqueza de una nación se medía por la cantidad de metales preciosos que poseía, especialmente oro y plata. En este sentido, los Estados Nación buscaron acumular riqueza a través del comercio exterior, la explotación de colonias y la imposición de altos aranceles a los productos importados.

El mercantilismo era una política económica proteccionista destinada a proteger la economía nacional de la competencia extranjera. Para ello, los gobiernos absolutistas fomentaron la producción interna de bienes, la explotación de colonias y la acumulación de metales preciosos. Además, los Estados Nacionales buscaban mantener una balanza comercial favorable, es decir, exportar más que importar.

La política mercantilista tuvo un gran impacto en la formación de estados nacionales y la expansión colonial. Por un lado, permitió a los estados nacionales acumular riqueza y fortalecer su economía. Por otro lado, condujo a la explotación de las colonias y a la intensificación de la trata de esclavos.

En resumen, el absolutismo y el mercantilismo eran dos caras de la misma moneda. El absolutismo permitió la centralización del poder en manos del monarca, mientras que el mercantilismo proporcionó los medios para financiar el estado y fortalecer la economía nacional. Juntos dieron forma a Europa desde el siglo XVI al XVIII y dejaron un legado duradero en la historia mundial.

Para la prueba Enem, es importante comprender las características e implicaciones del absolutismo y el mercantilismo. Además, es esencial comprender cómo estos sistemas políticos y económicos se interrelacionan y configuran la historia de Europa y el mundo. Con esa comprensión, estará bien preparado para responder cualquier pregunta sobre este importante período de la historia.

Ahora responde el ejercicio sobre el contenido:

¿Cuál de las siguientes afirmaciones describe mejor la relación entre absolutismo y mercantilismo en Europa entre los siglos XVI y XVIII?

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